los aportes de biocidas, plaguicidas, y fertilizantes pueden degradar o eliminar el humus.
La labranza mata el humus al enterrarlo, causando una mineralización muy rápida de la materia orgánica y la pérdida de suelo que puede llegar a 10 toneladas/año/ha en las zonas templadas y hasta varios cientos de toneladas en los trópicos.
La pérdida de humus también se refleja en un fenómeno de glacis en los suelos labrados, lo cual reduce considerablemente su capacidad de absorber agua. Los suelos contaminado por pesticidass y el exceso de nitratos (responsables del aumento de algass verdes y cianobacterias visibles sobre el terreno) arrastran las partículas finas que aumentan la turbidez de ríos y arroyos.
Hoy en día, hay muchos métodos para el cultivo sin destruir el humus: agricultura iológica, siembra directa, madera de ramas fragmentada, agricultura natural, etc.